Saludos

Saludos a los valientes que aquí os adentrais. Vereis varias historias escritas por nosotros, los jinetes. Algunas mas largas, otras con menos contenido por el momento, pero todas igual de apasionantes.
Os aseguro que lo pasareis bien disfrutando de la lectura.
Un saludo.

Los Tres Jinetes

lunes, 24 de septiembre de 2012

Istaariano-Jinetes del viento (Parte 13)



 Sin pensármelo dos veces me lancé contra ellos, furioso.
   —¿!Por qué quisisteis matarme!? —gritaba mientras me lanzaba al ataque, espada en mano.
   —Por qué tú tienes el mismo poder que tu padre —dijo uno de ellos, con un tono que me hizo detenerme—, porque eres tan poderoso que puedes crearnos, destruirnos, controlarnos, liberarnos.
Yo no entiendo sus palabras, que me parecen un puzle, un enigma, un acertijo de esos que nunca se me dieron bien.
   —¿Por qué mi padre os tenía que liberar para mataros?
   —Porque antes éramos humanos heridos mortalmente —le respondió otro Caronte—, y tu progenitor nos dotó de un nuevo cuerpo demoniaco a cambio de que le sirviéramos dándole nuestro poder. El cuerpo que nos dio nos permitía que nuestra esencia humana se recuperara del golpe, y aparte multiplicaba nuestra fuerza interna. Y tu padre nos la quitaba. Por eso todos le odiábamos, porque al alimentarse de nosotros nos volvió sus esclavos. Y cuanto más le odiábamos más poder teníamos, y más nos quitaba él, tal vez por eso era el di… El Jinete más poderoso —rectificó de inmediato.
No me percaté de lo que dijo antes de modificar la frase para decir lo de Jinete.
   —Pero le vi matar a cuatro de los vuestros… —dije confuso.
   —Porque tenía la Daga. El único objeto que nos puede matar, ya que al rozarnos con la punta, absorbe nuestra esencia Caronte. Y tras arrebatárnosla, nos hería mortalmente. Pero eso iba contra las normas, y por eso tu padre está encerrado.
   —¿Encerrado? —pregunté pensando que podría conocerle—.¿Dónde?
   —Para llegar hasta él antes debes pasar tres duras pruebas —me contestaron todos sincronizados—, no creo que te compense hacerlo.
Deduje por su tono que en realidad querían evitar que viera a mi autentico padre, por eso insistí. Pero a pesar de mis esfuerzos ellos se negaban a dejarme hacer esas peligrosas pruebas.
   —¿Por qué no me dejáis ver a mi padre? —pregunté, desesperado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario