Tras
esto, caí al suelo, pero algo amortiguó mi caída. Me fijé en que el aire había
formado un mullido cojín justo donde había aterrizado.
— ¿Qué
leyenda?—pregunté yo, desconcertado
— ¿¡Qué!?¿No
has oído hablar de los Jinetes Elementales?
De
repente parece como si se dieran cuenta de algo muy importante.
— ¿Tu
eres de la Tierra, verdad?
—
¿Y
qué si lo soy?
—Que en ese caso eres el primer humano en
pisar nuestro mundo, el primero en ser uno de los doce Jinetes. Y a juzgar por
lo visto el viento esta de tu lado.
—Espera, espera—dije yo confuso. Has dicho
qué estoy en otro mundo distinto a mi planeta.
—Acaso no sabías que estabas en las
grandiosas tierras de Ol-Jazhar.
Tras
escuchar estas palabras salí corriendo, era imposible que estuviera en otro
mundo. Pero todo lo que hasta ese momento había visto indicaba que así era.
En
ese instante, justo antes de abandonar la sala donde las paredes eran
invisibles, me giré y pregunté:
—
¿Dónde
está mi familia?
—No lo sabe, Ruxio.
—
¿Dónde
están?—repito.
—
En
la cueva de las ánimas—me repite el ser invisible, aunque Ruxio parece desaprobarlo—.
Lugar en el que todos entran, pero muy pocos son capaces de salir.
—Es decir, pretendéis que crea que estoy en
otro mundo, y que aparte mis padres en están en un sitio del que no podrán salir.
—No, este no es otro mundo, tan solo la otra
cara del tuyo.
Otro pasaje excelente,las tierras de Ol-Jazhar, me encanta ese nombre, y lo de los jinetes elementales está genial. Pues eso, espero ansioso ver cómo sigue esto.
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