Me
bajé del coche encantado, era la primera vez en toda mi vida que iba a un sitio
forestal con mi familia, y no pensaba malgastar ese día.
Estábamos
en la piscina natural de la Campera, disfrutando de un magnífico día. El sol
iluminaba mi cara mientras observaba la montaña cubierta de un frondoso bosque.
Intento imaginar cómo será estar allí, perdido en el bosque, rodeado por mi
familia y la naturaleza. Mi padre, un hombre de altura media, moreno, de ojos
marrones y un poco bajo de forma, es decir un hombre normal, se tumba a mi
lado. Y como si me hubiese leído la mente me pregunta:
— ¿Vamos esta tarde todos a la montaña a
investigar?
Obvio
que esas son sus palabras, mi padre es un ex-militar conocido por su afición a
cartografiar todo lugar por el que pasa.
—Por supuesto—le contesto rebosante de
felicidad, hecho que se aprecia por mi sonrisa de oreja a oreja.
Tras
esto, se fue dejándome espacio para pensar, mi mente divagó pensando en un
montón de historias que podría escribir sobre ese bosque, sobre miles de seres
fantásticos que allí podían habitar.
Después de comer lo recogimos todo, lo
guardamos en el coche, y nos dispusimos a salir a la aventura.
— Espera hijo—dijo mi padre—, tenemos una
sorpresa para ti.
Acto
seguido apareció mi madre con varias mochilas para hacer una acampada. Tardo
unos segundos en entender lo que sucede, ¡me han preparado un mini-campamento
familiar!
—Esto es…—no me salen las palabras, llevaba
toda mi corta vida esperando esto, y al final ha pasado en las vísperas de mi decimosexto cumpleaños.
Mis
padres me sonríen y mi hermano se acerca a abrazarme.
—La idea nos la ha dado Arturo—comenta mi
madre.
—Es verdad—dice él—. Ya me devolverás el
favor, canijo.
Me
alejo corriendo y haciéndole gestos para que me intente atrapar, pero no lo
consigue, nunca lo hace.
Una vez en el bosque vemos que mi padre se
detiene a menudo para dibujar detalles al mapa que está haciendo. En una de sus
paradas me acercó a él y le pregunto:
— ¿Crees que lo podrás terminar hoy?
—No, por lo tanto tendremos que venir más
veces.
Ante
este comentario sonreí, era la primera vez en meses que decía algo para que yo
esté bien, aunque después de lo que me había pasado hace apenas una semana me
pareció normal que mostrara interés por mí.
Cuando cayó la noche y teníamos las tiendes
montadas yo no podía dormir de la misma forma que el resto, estaba intranquilo.
El viento parecía susurrarme que algo malo pasaría. Mire a la ladera de la
montaña y vi una forma que saltaba entre dos árboles…
No,
seguramente sería una alucinación, por lo que me fui a dormir. El sueño tardo
en apoderarse de mí, y al hacerlo note como si el ambiente se estremeciera.
Muy bueno, Ista. y lo rematas de una manera efectiva, sin abusar de ese impacto que muchos escritores buscan al final de un capítulo. Este final sigue la armonía, la fluidez de todo el texto. No se siente forzado y eso es muy bueno. Solo espero enterarme qué ha pasado contigo hace una semana atrás, que al parecer enfadó un poco a tu padre.
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