Saludos

Saludos a los valientes que aquí os adentrais. Vereis varias historias escritas por nosotros, los jinetes. Algunas mas largas, otras con menos contenido por el momento, pero todas igual de apasionantes.
Os aseguro que lo pasareis bien disfrutando de la lectura.
Un saludo.

Los Tres Jinetes

domingo, 9 de septiembre de 2012

NOA- Jinete sin retorno (parte 5)


Cuando despierto, estoy tumbada en una cama incómoda de madera, tapada con una piel blanca, suave y esponjosa como ninguna y en una habitación tan pequeña que apenas cabe el lecho y el armario de dos puertas que está frente a mí. Me levanto corriendo y salgo de la habitación, entonces me encuentro con aquel anciano. Ayer no me había parado a ver cómo era, pero ahora, a la luz de las antorchas puedo observar su largo cabello de un blanco grisáceo, la barba llegaba hasta el pecho, recogida en una trenza desaliñada y manchada de migas de pan. No vestía malla de hierro ni armadura como Axel y Eros, sino que sus atuendos eran formados por una única pieza, una larga túnica de tono oscuro al igual que su piel.
—Oh, buenos días Danae, no me había dado cuenta de tu presencia aquí… —dice él con una sonrisa, mostrando unos dientes muy torcidos y desiguales. Ante ello hago una pequeña mueca, pero igualmente sonrío pues parece un hombre agradable.
—B-buenos días, supongo. Yo… me gustaría comer un poco, si es posible —Camino hacia la mesa que preside en el cuarto donde me caí ayer mismo, pero el aire me comienza a ser difícil de respirar, cada paso que doy el pecho me pesa y mi corazón bombea más y más lento. —¿Qué me ocurre? ¡No puedo respirar! ¡Ayúdeme! —le suplico mientras me llevo la mano al pecho e intento mantenerme en pie.
— ¿Y Sasha? ¿Está en tu cuarto? —pregunta poniéndose serio y corriendo hacia mí para sostenerme.
Asiento, pero a duras penas me mantengo. Cada paso que doy hacia la mesa mi estado empeora.
— ¡Idiota! Quédate quieta aquí. —Corre a mi cuarto y cuando sale, la espada está liada en una manta, entre sus manos. —Cógela —ordena.
Lo hago y el dolor se dispersa poco a poco. Me siento más aliviada y dispuesta a saber qué ocurre en este mundo, dónde estoy y cómo regresar al mío.
—Su nombre es Aarón, ¿no? —Pregunto— ¿Puede explicarme dónde estoy y cómo volver? Y ¿por qué hasta que no he tenido a esta espada en las manos no me he sentido bien?
—Una a una, Jinete. Sí, mi nombre es Aarón. Estás en Léhon, en el reino de Fenir exactamente, y no, no puedes volver a casa de momento. En cuanto a la espada… no vuelvas a separarte de ella, si lo haces, volverá a ocurrir y no tendrás tanta suerte. Ayer, cuando se gravó tu nombre también lo hizo tu destino. Tu deber ahora está aquí, en Fenir y no en tu mundo. Hay una forma de volver, pero no pienso decírtelo pues lo intentarías y aún no estás preparada.
—Espera, espera, espera… ¿Dices que no puedo separarme de este trozo de hierro? —Inquiero — Me parece increíble…

1 comentario:

  1. Wow, muy bueno, noa. Y veo que te diste prisa en escribir. A ver cuando llega tu proximo fragmento, que mejaste con las ganas de leer más.

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