—Aquí no somos hermanos, Rasaal-gu—dijo con una voz tenebrosa—. Somos
enemigos.
Su voz tenía un tono frío y amenazante,
igual que las escasas veces que entraba en su cuarto.
Él alzó las manos al cielo, y de estas
surgió un poderoso torrente de llamas. Instintivamente levante los brazos para
protegerme, y una corriente de aire hizo desaparecer el fuego.
—Veo que sabes Controlar—me dijo con un tono indiferente—, pero es obvio
que no sabes Montar aún. Y si sabes, ¡sígueme!
Tras esto, apareció bajo sus pies una
nube de fuego y esta se elevó, portándole y haciéndole volar.
Yo desee con todas mis fuerzas poder
volar. Y pasó lo que ya había pasado anteriormente, un tornado me envolvió y me
elevó por los aires.
—Parece que si sabes Montar—me dijo, sorprendido—, a pesar de no haber
tenido tiempo para aprender. Pero no importa, tarde o temprano podré
derrotarte.
>>Por cierto—dice cuando está a punto de irse volando—, saludos de
mamá y papá desde la cueva de las ánimas.
Estas palabras me enfurecen y hacen que
algo extraño nazca en mi interior. Un sentimiento, mezcla de furia y de sed de
venganza, aparece en mi interior. Es un sentimiento que no suele darse, pero
para mí no es desconocido.
Salí levitando a toda velocidad contra
él, pero algo logra detenerme.
—No—me dice Ruxio firmemente—, es lo que él quiere, no le sigas.
Pero yo no frené en mi intento de ir a matarle.
Hizo falta que ambos intentaran contenerme, y aún así a duras penas lo
lograron.
— ¡Para!—me ordena Ilika—. No te das cuenta
que en este estado él tiene todas las de ganar.
Ista, muy buen fragmento, si señor. Los poderes al mejor estilo Avatar me encantaron, y eso de montar está genial. Hay un fallo que quisiera marcarte. Al final, dices que sales corriendo para matar a tu hermano,cuando en realidad estás montando un tornado. Por lo demás, espero ver cómo sigue esto.
ResponderEliminar