La velocidad hace que mi corazón vuelque varias veces y
no dejo de asombrarme pues estos caminos y paisajes son imposibles. Tras salir
de aquel precioso prado, el terreno era árido, prácticamente sin ningún tipo de
vida, y repleto de altibajos y grandes rocas que debimos rodear. Después,
seguimos cabalgando hasta llegar a un bosque donde la luz del sol no llega a
tocarnos por todas las hojas que hay sobre nuestras cabezas. Varias han sido
las veces que hemos tenido que bajar del caballo pues no podemos pasar montados
en él.
Al salir del bosque estaba hambrienta y dolorida,
llevábamos horas cabalgando y el trasero me estaba matando. Miro hacia arriba y
no alcanzo a ver el cielo, tan solo una montaña que llega hasta donde me alcanza
la vista.
—Eros, hay una montaña, —le digo yo —nos habremos
perdido…
—Pues claro que no pequeña, sé muy bien donde nos
encontramos —responde riendo — nuestro destino se encuentra justo delante de
nosotros. No todo lo que parece ser, tiene porque serlo. Y aquí se encuentra un
claro ejemplo — mientras dice esto, se quita el guante negro de la mano derecha
y extiende su brazo frente a él.
A su lado, Axel hace lo mismo y tras pararse unos
segundos para respirar profundamente con las manos junto a la montaña, abren
los ojos al mismo tiempo, como si despertaran de un extraño trance. Después, un
sonido chirriante resuena en las montañas e invade mi cabeza y mis oídos tan intensamente
que creo que no puedo soportarlo. Cuando caigo al suelo, el sonido se detiene y
de las palmas de las manos les sale un fuerte viento parecido a una onda
invisible azota las enormes paredes de piedra y nuestros cuerpos.
—¡¿Qué….qué ha sido eso?! —les pregunto atónita. Mi voz
suena débil y asustada como nunca antes — ¿esto es real?
—Te acostumbrarás como nosotros hicimos un día, esta es
la única manera de entrar en la montaña —responde Axel con tono paciente y
tranquilo como si ver moverse una montaña hacia los lados fuese normal.
Cruzamos por un largo pasillo en fila de uno, el primero
era Eros y con su enorme espalda y armadura no me dejaba ver más allá de su
cabeza. Yo iba completamente asustada, agarrada del brazo de Eros, del que no
me había despegado desde que entré en este extraño mundo. Después de mí venían
los caballos que parecían mucho menos alterados que yo, y el último era Axel
que tras de él cerraba de nuevo la
montaña con aquel horrible sonido.
Oye, eso de que estabas asustada se me da que es toda una excusa para manosearte al Eros jejeje
ResponderEliminarBueno, a ver cómo continúa esto, ¡cuánto misterio! ¿de dónde son Eros y Axel? Dale dale, sigue con la historia que queremos saber qué hay dentro de la montaña. Lo único que tienes que cuidar es que se te escapa algún tiempo presente. En cuanto pueda te mando por mail algunas sugerencias, porque aquí se hace difícil.
Muy bueno, Noa.
ResponderEliminarMe gusto bastante y con ganas de más,¡no pares ahora! A saber lo que habra hay dentro.
Te mato Ista!!!! es "habrá ahí" no habra hay... ajjajajjajaj aunque sean comentarios, cuida tu lenguaje muchacho o te daré con el bate ¬¬
ResponderEliminarEste polluelo se tiene bien merecido un par de garrotes
ResponderEliminarOye, oye, que lo único que me merezco es un premio por la falta ortográfica más original
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